miércoles, 30 de julio de 2008

Ella y la pared

Estaba sentada, cruzada de piernas en el piso, mirando a la pared.

Había pasado tantos meses ahí que se volvieron incontables, aunque de todas formas no hubo nadie que se interesara en constarlos.

Tanto tiempo, mirando la misma pared, algunos días parecía más clara, con más rallones o por mirarla tanto pareciese que no la reconocía; pero a pesar de todo eso, era la misma pared.

No recuerda como ni porque, pero un día en camino a casa sintió el mero antojo de sentarse y de mirar la pared, y no ha hecho nada más desde entonces. Hasta ese mismo pasado se pone en duda, para quienes la miran y para ella misma, ella nunca hizo algo más que mirar la pared.

Había pasado tanto tiempo ahí que desde las costuras sueltas de su jean, que tuvieron la fortuna de tocar el cemento frio se arraigaron a él cómo raíces. Era como un árbol perdido o una estatua curiosa, jamás se la vio comer, hablar o suspirar, Ni siquiera existió el rumor de que alguien la haya conocido en algún pasado, aunque sea mirando alguna otra pared.

Ella solo se quedo ahí, mirando la pared, y su existencia solo trascendían en los segundos en los que los peatones pasaban y hablaban sobre ella.     

Era, para las leves opiniones, una creatura ignorada, de la cual se desconoce el color de sus ojos porque nadie se había atrevido pararse frente a ella durante estos años para mirarlos. Tampoco se supo, en realidad si el tiempo le molestaba, en las mañanas soleadas seguía igual de tranquila, y en las lluvias nadie pasaba por ahí como para que la viese.

 

Por ahora, realmente no nso interesa lo que le pase, que sea ella, si le interesa algo… Solo nos extraña que no tenga nada más que hacer que mirar esa pared.

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